Fotografía de Luis Fernando Jiménez Mayagoitia
Existen muchos obstáculos terrenales que nos
dificultan alcanzar nuestra verdadera
misión en la vida, nuestro camino hacia la espiritualidad. Estos pueden
ser superados con el autoconocimiento y con el trabajo con nosotros mismos día
a día.
Uno de los principales obstáculos de los que hablo es
el “ego”, esa pequeña voz que nos hace sumergirnos en nuestra propia realidad y
nos impide ver más allá de lo que nuestro sistema de creencias nos impone.
Al hablar de “ego”, me refiero a la necesidad que
tenemos de ganar, de tener la razón,
a no saber escuchar, a juzgar a las personas que no comparten nuestros puntos
de vista o que hablan de cosas que nosotros creemos entender y se nos hacen
redundantes.
Ese ego también se ve alimentado por nuestro sistema capitalista, que se basa simplemente en "tener" , y raramente deja un espacio al modo de vida más natural de existir, el “ser”. Esto se puede observar haciendo un simple análisis: todo el tiempo estamos
buscando tener, desde lo más banal (tecnología, moda, entretenimiento), hasta
lo más intelectual (conocimiento, viajes, cultura). Buscamos tener el abrigo de
moda, el teléfono más reciente, el best-seller de nuestro escritor favorito o
el estreno de una película. ¿Para qué?, para tener una imagen, un estilo, un tema de conversación, una opinión, etc.
El ser por el contrario resulta más complicado, ya que este tema ha sido el principal cuestionamiento de miles de filósofos, desde los principios presocráticos hasta la filosofía moderna; este concepto constituye una sustancia permanente, intemporal e inmutable que nos obliga a actuar desde lo más profundo y puro de nuestra consciencia, que nos permite desprendernos de la razón para dejarnos llevar por un conocimiento mucho más poderoso y sabio, que es el de la intuición.
El ser por el contrario resulta más complicado, ya que este tema ha sido el principal cuestionamiento de miles de filósofos, desde los principios presocráticos hasta la filosofía moderna; este concepto constituye una sustancia permanente, intemporal e inmutable que nos obliga a actuar desde lo más profundo y puro de nuestra consciencia, que nos permite desprendernos de la razón para dejarnos llevar por un conocimiento mucho más poderoso y sabio, que es el de la intuición.
Aunado a esto, ¿Cuáles son las consecuencias de un ego
elevado?, además de la arrogancia que nos hace insoportables hacia los demás,
perdemos la capacidad de aprender de lo que los otros nos comparten, de abrir
nuestro panorama hacia nuevas perspectivas, hacia nuevas realidades; nos bloquea nuestra plenitud, nuestra capacidad de mostrarnos al mundo auténticamente.
Muchas veces creemos que cuando nos encontramos en
una conversación que nos es “irrelevante”, estamos “perdiendo el tiempo” y automáticamente
desviamos nuestra atención hacia nuestros problemas o nuestras ocupaciones para
no sentir que desperdiciamos esos valiosos minutos de nuestra vida. ¿Pero que
pasa? ¿Realmente estamos ocupando productivamente esos minutos ensimismándonos
e ignorando lo que la otra persona nos comparte?, Evidentemente no es así, al
contrario perdemos la oportunidad de aprender de la otra persona, de ver el
otro lado de la moneda.
Así que cada vez que nos encontremos ante una
situación en la que nuestro “ego” quiera imponerse, recordemos que somos 7000
millones de habitantes en el planeta y por lo tanto existen 7000 millones de
realidades, por lo que la nuestra no siempre tiene que ser la correcta.
"Tu verdad aumentará en la medida que sepas escuchar la verdad de otros"
Martin Luther King
Octavio Medrano Macías.
Totalmente cierto...felicidades por su blog, tiene contenido muy interesante
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarmuy interesante y trasendental tu aportacion, para promover la "mente despierta" te mando un abrazo de luz, sat nam!
ResponderEliminarMuchas gracias Javi, un abrazo, espero verte pronto :)
Eliminarfelicidades por el blog amigos, y por tu nota Octavio, IN LA'KECH. maya
ResponderEliminarMuchas gracias Mayita!!
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